Óscar Gutiérrez | Enlace Chiapas
La tradición de casi medio siglo de convivencia familiar y de amigos en el bar Los Laureles de Tuxtla Gutiérrez fue interrumpida por el Covid-19.
La restricción de las autoridades de Salud y el temor a contagiarse de la enfermedad cerraron las puertas del negocio, que hace casi 50 años inició don Vicente Díaz Grajales.
“Estamos viviendo algo que nunca habíamos padecido; Verificaciones y Clausuras nos abrió una ventanita para vender únicamente botanas”, lamenta Víctor Hugo Díaz Rodríguez.
El propietario del bar ubicado en el barrio San Roque afirma que a cuatro meses del cierre temporal por la pandemia el trabajo se redujo al 40 por ciento.
“Antes, cuando había ley seca veíamos la forma de trabajar hasta las tres o cuatro de la tarde con el compromiso de cerrar a esa hora y no vender más, pero ahora tenemos 120 días de no abrir”.
La autoridad nos permite que laboremos de 12 del día a seis de la tarde para venta de botanas. “Estamos mal, estamos acabados”, lamenta.
Díaz Rodríguez comenta que para sobrevivir, Los Laureles aprovecha la red de amigos y conocidos cultivada durante muchos años.
“Afortunadamente ahí voy. Les hablo por teléfono y acuden a comprar tres, cinco botanas. Vendo 30 a 40 platos diarios”, con eso me ayudo a pagar agua, luz, meseros y cocineras, ya que “con la pandemia ya no ganamos nada, porque además pagamos Seguro Social e Infonavit”, añade.
En las últimas fechas a los restaurantes les dieron la oportunidad de abrir, de 12 del día a ocho de la noche, ellos sí pueden vender cervezas en sus negocios con un 30 por ciento de aforo.
Díaz Rodríguez recuerda los buenos tiempos de Los Laureles y confía en que la fuerza de la tradición de su negocio heredado de su padre permitirá remontar su difícil situación actual.
“Un negocio – puntualizó – para que pueda subsistir y progresar debe tener vocación. Lleva tiempo ambientarse con la gente, darse a conocer, por ahora no queda más que esperar.
