Una potente demostración de fuerza del gobierno federal, con el despliegue del Ejército y la Guardia Nacional en la frontera sur, lanzó el mensaje de contención al flujo migratorio con dedicatoria a los venezolanos.
El exhorto fue contundente: las restricciones de Estados Unidos y las órdenes de Joe Biden son para cumplirse sin discusiones.
Lo cierto es que esos operativos de refuerzo a la medida anti migratoria en Chiapas no alivian el drama humano de la migración, sino lo complican más.La prohibición ha tenido como respuesta incesantes caravanas que salen de Tapachula a Oaxaca en busca del anhelado permiso para transitar libremente por el país con miras a cruzar el muro.
El paso de la migración por la frontera y la costa ha dejado accidentes carreteros mortales, con víctimas y lesionados a cargo de sus familiares.
Los accidentes registrados en Suchiate y Tuxtla Gutiérrez demuestran que la política migratoria se reduce al protocolo complaciente a Estados Unidos.
Continúa el dilema, la indecisión del gobierno mexicano para dejar atrás su doble discurso y aplicar la ley, como se lo demanda Estados Unidos, o abrir frontera para el libre flujo migratorio.
