La Editorial
04/11/2022
El variado sabor de los panes, más aún los que fueron preparados en el Día de Muertos, son elaborados en la panadería de “Doña Esther”, un tradicional negocio familiar en Ocozocoautla de Espinosa, fundado hace 98 años con el trabajo esmerado y dedicado de la bisabuela de la familia Morales.
La elaboración artesanal de los panes en aquel entonces, realizados a fuego de leña y en hornos de ladrillos, la inició en 1924 la bisabuela Esther López en una modesta vivienda del barrio de la Santísima Trinidad.
En aquella casa de adobes y tejas de barro empezó el oficio de “la generosidad y la abundancia” del pan de doña Esther, que actualmente continúa su bisnieto, el ingeniero bioquímico Enrique Morales Flores.
El profesionista y empresario es el único integrante de la familia que cambió el laboratorio y las fórmulas científicas por los hornos y la panificación.
Enrique, de 33 años, está orgulloso y satisfecho de preservar el legado de sabores y aromas del pan de doña Esther, y particularmente “la perseverancia y la generosidad” del oficio.
“Doña Esther” el negocio familiar de la familia Morales demuestra cómo las empresas, por pequeñas que sean, trascienden y permanecen cuando las impulsa el trabajo perseverante comprometido y bien intencionado.
En dos años más, ese negocio cumplirá un centenario de existencia y con él la certeza de que cualquier actividad humana exitosa la germina la ilusión y la preserva la labor paciente y generosa.