La Editorial 04/03/2021

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GRC Noticias Chiapas

Empezó el desgrane de servidores públicos. Renuncian a sus cargos en la búsqueda de la reelección o la obtención de nuevos cargos de representación popular.

En las recientes horas solicitaron licencia temporal 15 alcaldes de diferentes regiones de Chiapas, lo hicieron también 14 regidores.

Éstos con seguridad engrosarán el proselitismo encubierto, como lo realizan ya algunos diputados locales también con licencia y otros aspirantes.

Están obsesionados con repetir el cargo o brincar de una curul al ayuntamiento, o viceversa. Ésas prácticas les permiten vivir del erario y de los negocios de la política.

Avorazados como son rayan en la falsa caridad y caen en el ridículo con tal de hacerse notar y ser aceptados por la comunidad.

Acuden con pieles de ovejas en su condición de lobos agazapados a la espera de quedarse con las presidencias de Ayuntamientos, regidurías, diputaciones locales, o en su caso, de   diputaciones federales.

Usan las redes sociales para sus mensajes alusivos y burlar a las autoridades electorales. Se montan en el doble lenguaje y los claroscuros, cebándose en la pobreza, la ignorancia y la vulnerabilidad social aumentada por la pandemia.

A diario se les observa en imágenes y comentarios virtuales, alguna entrevista o reuniones con personas u organizaciones.

Estos políticos pertenecen a una especie de las mismas lomas y senderos. Se les identifica el sello de su pelaje por mucho que insistan en modificar la apariencia.

Son los mismos, los cuestionados por los electores serios e informados de Tuxtla Gutiérrez. Están, en un frenesí casi enfermizo los Salazar, los Granda, los Rojas, los Ochoa, los Sobrino, los Toledo, que giran obsesivamente en torno a la alcaldía tuxtleca.  

Lanzan mensajes hasta lastimeros con un sonsonete de sobra conocido: Tuxtla, Tuxtla, Tuxtla, tuxtleco quiero servirte, merecemos una ciudad digna.

Ya se sabe que estos políticos son quienes una vez en el cargo se acomodan y sujetan al gobernante en turno, al grupo político, a la fracción parlamentaria, al negocio encubierto de la política institucional.

Llegan a los cargos fascinados por los resplandores del poder, el dinero o los caprichos patológicos de imponer su voluntad personal o de camarilla.

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