La Editorial
23/02/2023
El reclamo y la exigencia de justicia y de no impunidad crecen, a más de dos semanas de la aún extraña muerte del niño Damián, acaecida en una guardería y preescolar privada en Tuxtla Gutiérrez.
Con sobrada razón familiares, parientes, amigos y ciudadanos demandan que, en principio, se aclare cuál fue la causa del deceso del pequeño que aún no cumplía los cuatro años.
No se sabe todavía, al menos oficial y publicamente, el resultado de la necropsia legal, el avance de las investigaciones y dónde podrían encontrarse los propietarios o apoderados legales de la guardería denominada Piguin & Babe, ubicada en 13 poniente y 8a norte de Tuxtla Gutiérrez.
El centro educativo está cerrado,a partir del 7 de este mes, el día de los acontecimientos, y tampoco se sabe que pasará con la escolaridad de los niños, varones y mujeres, que acudían al sitio.
Un muro de interrogantes gravita alrededor de este caso. Preguntas cargadas de razón y no exentas de justificada ira, porque aún no se tienen versiones ni pronunciamientos al respecto de la autoridad ministerial ni de las secretarías de Educación y de Protección Civil.
Por qué Educación autorizo y mantuvo el funcionamiento del centro educación , que operaba con supuestas irregularidades, y por qué éstas no fueron supervisadas, corregidas o sancionadas por las autoridades de Protección Civil.
El caso de Damián duele y cala, porque se trató de un niño vulnerable que fue dejado en la desprotección de la guardería y de las autoridades gubernamentales que no resguardaron su seguridad, su vida misma, y porque ahora se le niega la justicia legal.
