La reciente entrega de los premios internacionales de poesía “Jaime Sabines”, de novela breve “Rosario Castellanos”, y los nacionales de poesía “Rodulfo Figueroa” y de cuento corto “Eraclio Zepeda” expresa el reconocimiento de creadores chiapanecos que trascienden fronteras, y al unísono destaca el talento de nuevos autores.
Los galardones fueron Julieta Omaña Andueza, de Venezuela, el ecuatoriano Luis Carlos Mussó Mujica, y los mexicanos Armando Salgado y Mauricio Montiel Figueiras.
Estos premios recuerdan y valoran la inacabable vertiente narrativa y poética del territorio chiapaneco.
Las letras de los poetas y escritores de nuestra tierra cada día son garantías y heráldicas más representativas de contribución al campo de la imaginación y las ideas.
La literatura, dígase la novela, el cuento, la poesía, el ensayo o el teatro, es forjadora del espíritu crítico hacia cualquier expresión de poder, de la realidad política y social, necesarias para la naturalización del ciudadano.
Su aportación al pensamiento, mediante la escritura, que es la manifestación más alta de la inteligencia humana, otorga la oportunidad como persona y ente colectivo, a integrarse más sutil y abiertamente a los universos materiales y subjetivos.
Reconocer la cultura y las artes en Chiapas es admitir sin prejuicios muestra identidad, lo que somos, merced a la oralidad y la técnica del lenguaje literario.
Los galardones visualizan el talento, la creatividad, la energía y fuerza de los nuevos torrentes, de la nueva sangre literaria, como se observó una vez esta ocasión por las nacionalidades de los premiados.
Estos encuentros con y en las letras, son puertas emergentes ante los horrores, pero también la nueva conciencia dictados por el nuevo coronavirus en estos retornos a lo fundamental que son la imaginación y la palabra.
Bien hacen los gobiernos, con nuestros dineros, que al premiar la literatura incentivan la creatividad, uno de más altos tesoros de la civilización humana.